Es uno de los conceptos más extendidos y, a la vez, más básicos de la filosofía del marketing en redes sociales: escuchar lo que tus clientes, seguidores o usuarios quieren de ti. La bidireccionalidad que ofrece este nuevo ecosistema tiene un gran potencial para las firmas, pues permite un diálogo que antaño resultaba mucho más complicado. Pero para que se consiga rentabilizarlo, la escucha debe ser real y las empresas deben bajarse de la atalaya desde la que han comunicado en los últimos tiempos.
Muchas marcas caen en el error de colocar el ‘piloto automático’ sin percatarse de que sus seguidores no sólo quieren una publicidad simple que pueden encontrar en otros canales, sino un diálogo fructífero con el que ganen todas las partes, con el que se sientan, realmente, escuchados y valorados.
Para conseguir esta escucha productiva, hay una condición sine qua non: integrar las redes sociales en la estructura de la empresa. No pueden ser un complemento, ni un departamento independiente sino formar parte de todos los canales de comunicación. ¿Por qué? Pues porque es la única forma valorar en su justa medida lo que ocurra en estas plataformas.
Se puede decir que hay tres tipologías de presencia en redes: activa, pasiva y reactiva. La primera se centra más en aportar contenidos y reforzar la propia identidad, siendo la más completa de las tres. La segunda se centra en una labor de escucha de lo que se habla de la marca sin estar presente como tal en ningún canal. Y la tercera es la que centra su actividad en dar respuesta a peticiones de la audiencia, sin más. Pese a las diferencias evidentes, las tres hay algo en común: escuchar, escuchar y escuchar.
El tiempo de la unidireccionalidad ha terminado. Las empresas han de hacer un esfuerzo por quitarse la coraza y bajarse de la atalaya en la que tan cómodas han estado para batirse el cobre con sus potenciales clientes.
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Imagen | Ronin