Uno de los mayores valores de un negocio es su escalabilidad, la posibilidad de crecer exponencialmente en ingresos y linealmente en gastos. Un negocio que de mueva en estos parámetros asegura un aumento de su rentabilidad con el tiempo, siempre que el éxito no provoque un cambio en la empresa y se abandone la escalabilidad.
El inicio de un negocio siempre genera incertidumbre y es muy probable que se siga un estricto criterio de prudencia en cuanto a lo que se gasta y en qué se gasta. El problema es que si se sobrepasan las expectativas y los ingresos aumentan podemos tener la tentación de abandonar ese criterio de prudencia y gastar más de lo necesario.
Iniciamos la actividad en un lugar modesto y cuando las cosas empiezan a ir bien nos planteamos cambiarnos a una oficina más lujosa. Al principio se ajustan los salarios, porque muchas veces ni siquiera sabemos si generaremos suficientes ingresos para pagarlos, pero una vez que el negocio genera dinero los incrementamos sin más.
Eso supone un incremento de gastos paralelo al de ingresos y decimos adiós a la escalabilidad, abandonamos el plan previsto porque creemos que la dificultad inicial se ha superado, toda la planificación se deja de lado porque estamos vendiendo y mucho y nos creemos que siempre va a ser así y ese es el primer paso para asomarnos al precipicio.
¿Para qué ser prudentes si hemos demostrado que el negocio genera ingresos? ¿Por qué vamos a privarnos de ciertos lujos, aunque sean superfluos, si podemos pagarlos? Se sigue incrementando la bola de nieve sin caer en la cuenta de que el éxito puede ser temporal, que el mercado es variable y mañana puede darse la vuelta, que puede aparecer un competidor que nos quite clientes.
Muchos piensan que la principal dificultad de un negocio es al principio y una vez que éste empieza a funcionar el resto ya rueda solo, pero eso nunca se cumple. Si uno de los valores de ese negocio es la escalabilidad debemos luchar por mantenerla, renunciar a ella es el primer paso para el fracaso.
En Pymes y Autónomos | El secreto del éxito… la escalabilidad
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