¿Y si cada empresa tuviera una cuenta corriente tributaria?

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Las relaciones entre autónomos, pymes y sociedades con la Agencia Tributaria están configuradas de una manera que, en las circunstancias actuales, perjudica notablemente a los contribuyentes. Se habló en su día de flexibilizarla mediante la posibilidad de compensar impuestos o de aplicar el criterio de caja en el IVA, pero al Estado no le interesa perder una de las vías principales de financiación aunque sea a costa de estrangular a los que dinamizan la economía. Si realmente hubiera un responsable que se preocupara del largo plazo y de no vampirizar al contribuyente se le podría ocurrir un sistema que mejorara este aspecto y una de esas ideas podría ser que cada empresa tuviera una cuenta corriente tributaria.

Sería muy sencillo, por un lado anotar las liquidaciones positivas de los impuestos a los que se están sujetos, por otro las liquidaciones negativas de esos mismos conceptos y que el resultado sea lo que determina una única cuota a pagar o a compensar en el próximo periodo.

Con el sistema actual de transmisión telemática el procedimiento sería muy sencillo, se envían las liquidaciones individuales de cada impuesto y un informe resumen con los resultados de las mismas que daría origen al documento de pago o a la cifra que quedaría a compensar.

De esta forma se tendría una única imagen de la situación del contribuyente respecto a Hacienda, incluso permitiría compensar créditos pendientes con Hacienda aplicándolos a otros impuestos, por ejemplo bases imponibles negativas del Impuesto de Sociedades procedentes de pérdidas de ejercicios anteriores con cuotas de IVA a pagar.

Incluso, yendo más allá y sin establecer formalmente el criterio de caja en el IVA, se podría deducir el IVA de facturas pendientes de cobro de otras Administraciones Públicas (CCAA, Ayuntamientos, etc.) para que no se declaren hasta que no se efectúe el cobro, incluyendo un detalle de qué facturas son, a quien se han emitido, su importe, etc.

Todo ello requiere un gran sacrificio para la Administración, porque supone renunciar a una gran cantidad de dinero que reciben anticipadamente, que sirve para financiarse gratis y que en caso de tener que devolver (en todo o en parte) abonan cuando les da la gana.

Esto es utópico en el momento actual en que se busca desesperadamente aumentar los ingresos del Estado a costa de quien sea y de cargarse o poner en peligro la supervivencia de muchos negocios, pero sería un sistema más justo y que, favoreciendo a las empresas, podría ayudar a impulsar la actividad económica.

En fin, soñar es gratis.

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Imagen | Srta.Palabrerío


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