Pans & Company : en Roma ahora y antes en Alicante

Pans & Company

Mientras estudiaba la carrera dediqué parte de mi tiempo a trabajar. Eran otros tiempos. Acudías a una empresa y te hacían un contrato y cobrabas todos los meses, no existía la palabra crisis y sí mucha ilusión, al menos por mi parte. Recuerdo que empecé a trabajar en un Pans&Company que había en pleno centro de Alicante. Iba media jornada para poder estudiar.

Tenía un superior, Emilio, encantador, no sé como una persona era capaz de atender a los clientes, explicar a los nuevos el trabajo, limpiar, coger el teléfono (que sonaba mil veces) y tener una sonrisa siempre dibujada en la cara. A mí me gustaba ese trabajo. Y me servía de inspiración y práctica para la carrera. Teníamos pocos clientes y nos pasábamos el día limpiando el local. ¡Nos dieron un premio a los más eficaces en la limpieza! Simpático.

Todo estaba bien alrededor de la empresa: los sueldos, los horarios, el trabajo en sí era ameno y más si te gusta trabajar de cara al público. Los compañeros eran simpáticos. Además: aprendes mucho de cómo somos cuando estamos delante de un mostrador. Unos se crecen, otros se muestran tímidos, algunos exigentes y malhumorados, y la gran mayoría son encantadores.

El caso es que no teníamos mucho trabajo y recuerdo que siempre le decía a Emilio:

-El local es frío con esos colores…, además los bocadillos están ricos pero son caros.

-Y prefieren comer una hamburguesa que no es tan sana, me decía él.

-Sí, pero no piensan en esto, piensan en el precio. Somos caros y lo que te digo este amarillo chillón y el negro a mí no me convence; pondría los precios un poco más bajos e insistiría en que el bocadillo es una costumbre española saludable.

Esas eran mis “grandes” aportaciones. Hacíamos de todo porque no lográbamos entender cómo un local en pleno centro, rodeado de oficinas era visitado mucho más los fines de semana y no de lunes a viernes, con los desayunos y con los almuerzos apetitosos que se ofrecían. Era obvio para mí: el local no invitaba a sentarse y comer. Brillaba de pulcro que lo teníamos, los bocadillos eran del día y el contenido de calidad, pero se había generado una distancia entre la gente de la calle y la marca.

Acércate más y más pero mucho más

Una de las estrategias que empleamos fue ponernos a pie de calle y ofrecer descuentos en unos folletos. Era para vernos. Vestidos de amarillo “pollo” y con pantalón y gorras negras, parecíamos sacados de la Fórmula Uno. Hacía un frío tremendo en esa avenida, con una corriente que hacía al personal caminar rápido y ahí estábamos los dos, promocionando el local. Más no podíamos limpiar. Los bocadillos estaban listos, las salsas, todo fregado, en resumidas cuentas “nuestra” tienda parecía una jaula de oro, pero vacía.

Algunas mañanas eran positivas. Y acudían personas para aprovechar un descuento en el desayuno. Ahí estaba el señor italiano que vivía en la calle y-según contaba la leyenda- había sido millonario y se quedó sin dinero y sin casa, una señora mayor que con exquisita educación y mejor presencia pedía su café de una determinado forma (así todos los días) y unos músicos callejeros que teníamos en la esquina de algún país del este. El chico me decía “me gusta que me atiendas, tú sí me das una bolsa, él no”. Os aseguro que tocaba la flauta muy bien, pero su aspecto asustaba a algunas almas sensibles.

De todas formas seguía pensando que para ser un estandarte de la comida española, mediterránea, la imagen que reflejaban los locales era muy dispar al mensaje con el que pretendían llegar. Esto que os cuento ocurrió por 2003, sé que ha llovido pero ahora, las cosas han cambiado y para bien. No, no me han contratado en el departamento de marketing o de comunicación de la empresa.

En la actualidad

Pero la nueva imagen de Pans&Company ha cambiado y es responsabilidad del estudio de diseño ABC, los cuales han creado el nuevo modelo de negocio de la cadena, denominado ‘Free Standing Unit’ (FSU). Los nuevos restaurantes transmiten la esencia mediterránea y la proximidad de la marca. Justo lo que los demás veíamos día a día.

Y no sólo les va mejor en España sino que han inaugurado en Italia un restaurante con su nueva imagen. Se trata del primer local que la enseña abre en el mercado exterior con su nuevo diseño

El restaurante de 220 m2 y capacidad para 84 comensales, se caracteriza por disponer de espacios más amplios que los clásicos restaurantes fast-food, el uso de materiales nobles como la madera, mobiliario de alta calidad, iluminación más cálida y distintos entornos. ¿Os recuerda a mis continuos comentarios al pobre Emilio sobre la “frialdad” del local?

El objetivo, este año, era consolidarnos en Italia con nueve locales. Se trata de un país mediterráneo con grandes similitudes al nuestro donde Pans & Company tienen una gran aceptación. La propuesta gastronómica que ofrecemos se basa en productos de aquí, de calidad y a un precio atractivo. Además, contamos con una gama específica y adaptada a los gustos del mercado italiano, integrando productos tan representativos como la Mozzarella, cuenta Rossella Antelmi, Country Manager Italia The Eat Out Group.

Conclusión

Tuve que dejar el trabajo porque desde Barcelona querían ascenderme. Sí. Ser una encargada pero ese nuevo reto conllevaba que tuviera que estar todo el día disponible y yo tenía que acudir a mis clases en la universidad. ¡Quién sabe! Quizás debiera haber probado suerte dejando mi currículum en el departamento de marketing en aquel momento.

A pesar de todo lo negativo de esos inicios que conocí, este es un ejemplo de cómo puede cambiar la percepción de un negocio cuando atendemos a los detalles pequeños que son los más importantes. En su caso: la imagen y el precio.

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Imagen|Pans & Company


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